Época:
Inicio: Año 425 A. C.
Fin: Año 350 D.C.

Siguientes:
La Guerra del Peloponeso
Recuperación de Atenas y auge de Tebas
Crisis militares e intervención persa
Crisis de la polis



Comentario

La historia griega se caracterizó, desde el principio, por el carácter particularista de sus ciudades, capaces de convivir a través de pactos y convenciones, plasmadas en instituciones panhelénicas, pero enfrentadas de manera constante en luchas por los territorios limítrofes o por el control de poblaciones más lejanas y de los accesos a minerales o a territorios productores de bienes atractivos, por necesidad o por la búsqueda del prestigio de las clases dominantes. La unidad nunca ha sido real. Todo lo más, circunstancialmente se ha definido un enemigo común capaz de aglutinar las fuerzas de más o menos ciudades, como en el caso de los persas, ante los que la unidad fue más una imagen creada que un hecho real. Confederacionesy ligas representan unidades enfrentadas a otra parte del mundo griego, integradas, por lo demás, de manera hegemónica. La Liga del Peloponeso se aglutina en torno a Esparta como la de Delos lo hace en torno a Atenas, aunque la naturaleza de sus relaciones internas sea diferente. De hecho, la polis, a partir de un momento específico de su desarrollo, cuando ha accedido a los mercados de intercambio de productos y de mano de obra servil, sólo subsiste en constante crecimiento, lo que la lleva a supeditar a otras y a enfrentarse con los vecinos. Ahí se halla la contradicción de la polis, en que sólo subsiste cuando, de algún modo, deja de serlo. La ciudad ideal platónica, no imperialista, sólo existe en el mundo de la utopía. El siglo que transcurre entre el inicio de la guerra del Peloponeso y la intervención macedónica en Grecia es por ello el siglo de las luchas por la hegemonía, lo que, al ser consecuencia de la evolución de la polis, informa también la historia interna de la misma en una faceta determinada, la que suele conocerse como crisis de la polis. Luchas por la hegemonía y crisis de la polis son, por tanto, dos caras de una misma moneda, de una sola historia.